3/13/2010

Estoy aquí!! :)

luciamateos.blogspot.com

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6/02/2009

Mucho tiempo

Lo siento, me he vuelto vaga en macanografía, despistada (como siempre) y ocupada por exámenes y trabajos que acabarán pronto. Quiero estar por aquí más a menudo.
Pero he probado el periodismo de mochila.
Y me ha encantando.

3/14/2009

El día que salimos en la tele

Como diría la señorita Melody, esto no me lo puedo "ni de creé".



Salimos de Salamanca en avión con destino a Barcelona. Cuando aterrizamos, el chófer José Luis nos eperaba con un cartel en el que ponían nuestros nombres para poder identificarnos bien y allí nos montamos dirección a PobleNou, en un Audi tapizado de cuero en el que era fácil resbalarse por los asientos.
Por el camino imaginamos cómo sería Senen, el productor del sarao, pero nada que ver con la realidad. Prensábamos que sería calvo, delgado y con gafas de ver: era un motero de arriba a abajo, con su chaqueta de cuero con flecos, pelo largo y gafas azules kilométricas.
El hotel (****) precioso y enorme, lástima que la comida no fuese nada buena. Pasamos bastante hambre.

Nos encontrábamos a 15 minutos de la torre Agbar, de la universidad Pompeu Fabra, de la sede de RTVE y del centro comercial Las Glorias, al que fuimos un día de compras (se me había olvidado el pijama) y a tomar cafés.

Con las primeras personas que hablamos fue con Dulce y sus bailarines canarios. Puede decirse que eran los más guapos del espectáculo, pero la verdad es que había tantas cosas para ver y disfrutar que no era rentable pararse y mirarlos continuamente. Eso sí, las fresas que nos regalaron estaban riquísimas.

El jueves por la mañana llegaron Alfredo y Emilio. Nosotras aprovechamos para dar una vuelta y después hubo ensayo en el teatro. A las modistas les encantó el vestuario, pero no deberíamos haberles dicho que no teníamos diademas para actuar, porque las que nos compraron tan amablemente eran tan feas... creo que mi cara lo dijo todo en el momento en que las vi. Pero le agradecimos el detalle y actuamos con las de repuesto que traía María.

De paseo por la tarde compramos tamagochis, tomamos empanadas ricas y de vuelta al hotel ensayamos en la sala habilitada con espejos deformes que acentuaban los complejos. Aquella noche después de cenar fuimos a jugar un bingo (en el que Lauri tuvo suerte) y tomamos unas copas en un bar que más bien parecía un puticlub que una sala de baile. Por la noche no hubo fiesta del pijama como pensábamos e intentamos montar nuestra propia fiesta con la gente que encontrábamos por los pasillos.
María, la ayudante de Senén y Belinda, la productora2, se portaron de diez con nosotros.

El viernes no teníamos nada que hacer con respecto a la gala porque era cuando ensayaban los grupos de la final. Salimos a ver Barcelona con Alejandro, Lucía, Gloria y su novio. Estuvimos en el parque güell, compramos recuerdos y fuimos de arriba a abajo en metro.
Me quedé encerrada en un ascensor con un bailarín de Soraya cabreado.

El sábado fue el gran día. Estuvimos con nuestros amigos de público (miles de gracias por venir y hacer que fuese aún más especial), nos maquillaron, peinaron, hicimos el ensayo general...
Actuamos.
Y luego... la fiesta VIP. Con striptis incluido.
La la love you, Beatriz y sus bailarinas, Isi y Santa Fe: un diez.
A Melody le pongo un siete porque aún no maneja bien el vocabulario español: "Má, tengo pís".
Mirela debería aterrizar un día en el mundo real porque pensamos que vive en una nube, le pongo un tres y no por voz, que es preciosa.

¿Qué decir de Biquini? sólo puedo agradecerle a María y a Alfredo el hecho de que hayan confiado en mí para que fuese con ellos, porque lo bien que me lo he pasado y lo que hemos disfrutado no puede compararse con ninguna actuación. Yo sé lo que hay y sé como canta.
María es un sol.

Después de todo lo que hemos pasado y que seguro algo me falta por escribir... ¿es necesario recordar sólo tres minutos en la tele de los cuatro días inolvidables que hemos pasado?

12/11/2008

Agridulce

Ya no podía soportarlo más, sus gritos me traspasaban el cerebro y decidí cortar por lo sano antes de que fuera tarde, me puse los cascos, salí de allí y me deje llevar. ¿Sabes? No hay nada como dejarse llevar cuando uno está indeciso. Sientes que puedes llegar a equivocarte, sin embargo continúas la hazaña y resulta que la opción elegida es la adecuada en la mayoría de los casos. Y no soy precisamente la persona indicada para hablar de esto porque, si tenemos tiempo y ganas para contarlas, toda mi vida estaría llena de equivocaciones, sobre todo en aquellos momentos en los que me callé la boca, di la razón y lo dejé pasar. Pero en este caso no volví a caer. Por eso llegué a la tienda de gominolas del Señor Garbenter y me pedí un cazo entero de pepinillos, por lo menos, todo lo que me ocurrió a partir de ese momento fue un poquito menos agrio que lo que saboreaba dentro de aquella bolsita transparente.





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11/17/2008

Cabreo

Nunca hables mal delante de aquellas personas a las que no conoces. Y menos en Zamora.

Manuel trabaja los domingos en el kiosko que está a unas manzanas de mi casa. Hasta hoy nunca me había coincidido ir a verlo y eso que lleva todo el verano. Soy un desastre.
El establecimiento está bien y Manu se desenvuelve divinamente para que a la gente no le toque esperar, pero casi no tuvimos tiempo para estar un rato solos y poder hablar tranquilamente.
Después de un cuarto de hora allí apareció una familia: el padre, la madre y una niña pequeña.

El padre cogió El Mundo, la madre ojeaba revistas.

Sin embargo, la niña se quedó mirando hacia aquel cuento de la Bella y la Bestia que regalaban ese día con "La Opinión" y al rato le preguntó a su madre si podía comprarlo.
Manu y yo hablamos de lo que nos gustaba esa película de Disney y su madre finalmente accedió con bastante interés por aquel libro para su hija.
Cuando todos los productos que iban a comprar estaban encima del mostrador el padre, muy recto y serio durante su estancia en el kiosko, se acercó al libro que portaba la niña, miró el periódico con el que lo regalaban y, mientras Manu le cobraba, comentó:

- Joder, mira que gilipolleces tiene que regalar este periódico de mierda para que la gente lo compre.

Todas aquellas personas que me conocen saben que soy una persona pacífica, pero también tengo unos límites:

- Ya, ese periódico es una mierda para quien sabe lo justo sobre periódicos.

No hubo contestación, el hombre recogió el cambio y la familia salió del kiosko sin volver a pronunciar ni una palabra entre ellos.
No pretendo defender nada, sólo el derecho a la información. Sí, es un periódico local, pero en él trabajan cada día muchas personas y que, independientemente de que unas lo hagan mejor que otras todas tienen un objetivo común: que los clientes de kioskos se enteren de lo que ocurre en su ciudad.






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10/08/2008

Al viaje

El aire sabía a tomate en salsa picante y sal. Soltamos nuestros caros equipajes y nos montamos en aquella guagua llena de gente nueva hasta ese momento, por lo menos, para quienes no disfrutaron de su presencia en la fría península años atrás. Los mañicos y canarios nos saludaron con un aplauso, eterno, fuerte, que duraría cuatro inolvidables días. Rodando hacia el hotel me di cuenta de que el paisaje era muy diferente de lo que había esperado, los edificios simulaban casitas de muñecas coleccionables que competían por ocupar el puesto en primera línea de playa, pero su tierra era oscura hasta confundirse con la clara agua del mar.

En aquella isla eché de menos el color verde.

De las explicaciones que nos ofreció el guía durante el paseo, solamente recuerdo su dislexia y aquellas historias que acaban con anécdotas personales bastante graciosas. Aún recuerdo dónde vive su querida enamorada y ni siquiera la conozco. Tras la obligada información acerca de la zona más consumista de la ciudad llegamos a la recepción del Astoria y Manuel, un hombre de pelo blanco, ojos al estilo oriental y con una silueta que parecía describir sus pocas ganas de comer, nos atendió muy atentamente como era obligación del organizador del evento, mientras nos dio las instrucciones necesarias para tener una estancia tranquila y sin altercados. Lástima que siempre estemos distraídos en esa parte del discurso.

Pero fuimos chicos buenos.

Las hamacas estaban esperándonos junto a la piscina en el cielo de la isla, pero si hay algo que no llegamos a descubrir fue el querido jacuzzi dividido en días y sexos. Causas por las que ya no merecía la pena acudir. Al igual que el gimnasio, ambientado musicalmente para sudar, plagado de hombres-espalda y guardado por porteros de discotecas paraninfos. Y entre pimpones, squash y billares pasábamos las tardes nubladas, soleadas y lluviosas. Algunas con canapés, otras con mousses de plátano y chocolate o con móviles que pretendían darse un baño.

Los ascensores nunca se cierran si la gente lleva falda. Da igual hombres o mujeres.

Esta vez, la puntualidad para estar preparada y vestida en el rellano no fue conmigo en este viaje y las cintas y lentejuelas se entremezclaban en los dedos durante los desfiles y recorridos por las plazas. Pero todo salió bien, menos filas. Menos mi voz dos días después mientras caminaba por las dunas y saboreaba la arena.

El molino rojo cerraba sus puertas mientras me duchaba y vestía, cuando alguien llamaba por teléfono explicando que “lo mejor que te puede suceder en esta vida es que ames y seas correspondido” o picaban a la puerta para regalarte una camiseta genial. Aún así, los rodapiés celosos destrozaban meñiques a su paso.

Las niñas y algunos no tan niños han permanecido en el hotel casi las tres noches del viaje a la hora de salir de fiesta. Fallo y desilusión. Normal, yo también me hubiese quedado si mi baño estuviese lleno de espuma y jugara con patitos de goma. Aún así se salió, la primera, la segunda y la tercera, que fue la vencida.

La fiesta de Las Palmas, la música de hace años, la salsa y el merengue.

Nunca olvidaré mis inicios en los bailes latinos gracias al ritmo de los hermanos, grandes hermanos. Empecé con un cinco, pero llegué al ocho y medio. Sólo me falta otro viaje a la isla.

Y los bailes con Rubén “barra baja, el rubio”, por pensar que Carlos y yo hacíamos muy buena pareja sin darse cuenta que esa pareja era de nenas.

Las fotos con Ari, Conan y los músicos geniales. Ceferino en el rellano esperándome con su tarro de mojo picón que logré pasar en el equipaje de mano. Isabel, siempre sonriendo y atenta a nuestros bailes. Las chicas de Zaragoza, una por una hasta llegar a seis.

El corazón de los guanches, el murmullo de la brisa.

Las tiendas Bed´s, señal. Mar con piedritas y piedras y muchas carcajadas.

Ahora viajo rodeada de oscuro asfalto por todas partes menos por una. Y aunque el color sea algo parecido, aquel vergel siempre tendrá una belleza sin par, donde el sol siempre tiene rayos de oro y su pasodoble lo describe como si naciese cada día.

España tiene un Jardín.








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4/24/2008

El banco de la amistad








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